Seguro no fue una jornada como la del 14 de mayo de 2015 -recordada como “la del gas pimienta”- pero de que la de ayer fue agitada, lo fue. Darío Herrera, el árbitro de ese superclásico fallido en Copa Libertadores tuvo una mala actuación en el 1-1 Atlético y Boca en el Monumental y en los dos vestuarios pudieron escucharse quejas.
Atlético planteó su caso con tres jugadas puntuales. Primero, la plancha de Pablo Pérez a Rodrigo Aliendro en el primer tiempo que mereció la roja pero el jugador no vio ni siquiera la amarilla.
Segundo, un forcejeo entre Javier Toledo y Lisandro Magallán tras el 1-0 que a primera vista pareció falta pero con las repeticiones fue perdiendo peso.
Por último, y como la más decisiva de las jugadas, un offside mal cobrado a instancias de su asistente Julio Fernández, con el partido 1-0 en una jugada que terminó (virtualmente) con el 2-0 a cargo de Guillermo Acosta.
Ricardo Zielinski se encargó de cargar duramente contra Herrera y compañía (al línea 1 -Cristian Navarro- le pidieron que intervenga en el supuesto penal a Toledo) así como varios de sus jugadores, tras el 1-1 final. Sobre todo con las suspicacias que existen alrededor del puntero y sus “beneficios”.
Lo que obviaron el “Ruso” y los “Decanos” es que Herrera también se equivocó en perjuicio de Boca. Antes del fuera de juego inexistente, Favio Álvarez barrió los pies de Emanuel Reynoso (estaban sobre la línea del área) en frente del árbitro y no hubo pitazo.
Herrera dudó un instante pero terminó haciéndole señas al cordobés de que se levantara, suponiendo que había simulado. La marca de la dura entrada quedó en el pasto del Monumental solo como un recordatorio.
En cantidad, Atlético sufrió más los errores de Herrera y su terna pero Boca tiene para discutir con esta jugada. Como sea, lo cierto es que los tres hombres de amarillo fluorescente tuvieron una mala tarde. Una muy mala tarde.